Max Payne es en estos momentos uno de los personajes más memorables del mundo de los juegos de acción. Su peculiar y traumante vivir lo vuelven un blanco ideal para colocarlo en las más angustiantes situaciones y enfrentar los más grandes tormentos, por suerte se puede desquitar en los malos del vecindario descargando hasta la última bala disponible en su par de pistolas Desert Eagle o su fusil de asalto prestado Karashnikov. La combinación resulta en un juego que logrará poner a más de uno en un estado depresivo grave, mientras llena de plomo a todo enemigo que se le cruce en su camino.

A lo largo de los niveles las tribulaciones del personaje parecen no acabar nunca a la vez que una melodia suave de violín y cello destaca los momentos más significativos, y nos permite avanzar la historia mediante viñetas estáticas tipo historieta. No en vano sus productores califican a ésta segunda entrega como una novela romántica sombría. Divido en tres partes el guión indudablemente sigue la rutina de una novela policial al mejor estilo Agatha Christi. Durante los primeros pasos el lío va armándose y los personajes van siendo presentados. En medio llega el momento de desarrollar todos los problemas y enredar todas las posibilidades para dejar en una duda total al jugador. Finalmente la tercera parte viene para permitir atar los cabos sueltos y llegar a un final lleno de sorpresas.

Pero éste juego es más que una historia genial y un personaje bien desarrollado. Max Payne 2 trae unos gráficos excelentes a través de un engine muy optimizado y sin falla alguna. Complementado por la oferta infaltable de una jugabilidad que si bien no ha sufrido grandes cambios ha sido estilizada todavia más. Los efectos visuales, las escenas pre-escritas (scripted), la banda sonora, los efectos de audio y las acciones del jugador arman una coreografia de movimiento, acción y reacción prácticamente perfecta, otorgando una sensación raras veces lograda en un shooter.

A pesar de que éste juego no ofrece campo para analizar la situación y obtener resultados diferentes, ni presenta una jugabilidad emergente que dependa de nuestras acciones como jugador, nos mantiene pegados a la pantalla, continuando nivel tras nivel, sin querer soltar al ratón, queriendo saber que pasa a continuación. Algo que no logran sólo por el excelente guión, sino gracias al impecable desarrollo de los niveles. Basta con destacar que The Fall of Max Payne presenta un conjunto de los mejores niveles que he visto hasta el momento, un par de ellos con un fino humor negro. Los niveles donde el personaje está soñando presentan la mejor realización visual y contextual que se pueda encontrar, son extraños, confusos, entre realidad e ilusión, futuro, pasado y fantasía. 

Cada componente del todo del juego permite que el mismo sea genial, memorable y especial, aún dejando de lado el pequeño detalle de que resulta un tanto corto. Ocho a diez horas a lo mucho explorando todos los posibles rincones de los no muy extensos escenarios. Horas que dejan en el jugador una sensación equivalente a la que siente alquien que cruzo el desierto por días sin nada que beber y se encuentra repentinamente con un vaso de agua fresca y cristalina. Serán unos cuantos sorbos, pero fueron suyos y nada se les hubiera podido igualar.

Si bien el mundo del juego no es de lo más interactivo aquello que si puede ser manipulado presenta una simulación de física muy realista. Siendo lo que más resalta las cajas de cartón puestas por todo lado, muchas de ellas aleatoriamente, otras tantas puestas en el punto ideal, la posición perfecta para lograr que el jugador presente una sonrisa en su rostro mientras ejecuta la acción pre-planeada por los desarrolladores del nivel. De estas situaciones hay más de una, demostrando una visión impecable por parte del equipo que diseño y probo los distintos escenarios.