Warcraft: Orcs and Humans es el primer juego de Blizzard Entertainment con su nuevo nombre y el que los lleva al éxito sin límites de un momento a otro. Como juego no resultaba demasiado original pero venía con el contexto de un mundo de fantasía medieval y mágico muy bien armado y presentado que le permite destacar entre tanto RTS basado en ejércitos de la epoca contemporánea o contextos de ciencia-ficción. A parte que no estaba falto de ideas muy interesantes y una jugabilidad relativamente fresca para el jóven género de los Estrategia en Tiempo Real.

El juego avanza más o menos como se espera hasta su tercera entrega Warcraft III: Reign of Chaos y su expansión The Frozen Throne. En este punto y tras el éxito de StarCraft el equipo de Blizzard se siente lo suficientemente animado, y con suficiente respaldo económico si las cosas salen mal, para arriesgarse a llevar la jugabilidad de su primera franquicia a un siguiente nivel. El resultado es un híbrido RTS con elementos de Rol que se mantiene como algo único en la categoría.

La jugabilidad de Warcraft III le dió un shock a más de uno, en particular a los aficionados que esperaban lo de siempre pero con un sistema gráfico moderno y 3D. Si bien en cuanto a tecnología los hechos no terminan muy lejos de la realidad la dinámica de juego adquiere otra dimensión, otra profundidad. Y a esta se le sobrepone un elemento más: la narrativa en general y la de los personajes principales en particular --las famosas unidades héroe/heroína.

Tras StarCraft Blizzard se coloca como una de las empresas más originales e imaginativas de la industria y con Warcraft III lo único que hace es inmortalizarse a todo nivel. Más allá de una jugabilidad memorable, ágil y muy entretenida Reign of Chaos (Reinado del Caos), y luego The Frozen Throne (El Trono Congelado), posee el complemento de personajes de videojuego más rico y completo que pueda recordar.

Si bien Sarah Kerrigan, luego la Queen of Blades, más o menos tiene el destino sellado de antemano en un contexto que a la larga está fuera del control del jugador, aquel del Paladín/Príncipe Arthas no sólo es inesperado a todo nivel si no que hasta puede calificar como la única traición de un personaje para con el propio jugador. La escena final de la Campaña Humana es un momento épico en los videojuegos y la traición de Arthas no sólo la experimenta su compañero, amigo y aliado Muradin Bronzebeard.

En The Frozen Throne también nos encontramos con personajes fuertes cuyos pasados, presentes y acciones los vuelven sumamente conflictivos y, dependiendo en que lado de sus alianzas nos encontremos en determinado momento, peligrosos. La Guardiana Maiev Shadowsong en su afán de recapturar a su prisionero es capaz de todo, e Illidan Stormrage, el perseguido, tampoco se queda atrás al momento de hacernos dudar de si es un héroe tratado como villano, o alguien vil que se porta según como su plan actual lo requiera. Al final el destino de ambos está unido en lo que fácilmente califica como digno de una tragedia griega.

La inclusión de dos facciones adicionales en el contexto de una batalla entre Orcos y Humanos, los Elfos Nocturnos y los Nomuertos, expande aún más las posibilidades narrativas del juego y por ende el Universo Warcraft. Algo que no pasa desapercibido por el equipo de desarrollo.

El elemento Rol que posee el juego es explorado emulando cierta naturaleza Diablo en la mini-campaña adicional The Founding of Durotar que viene con la expansión The Frozen Throne. Esta --de seguro-- también es casi un prototipo de lo que llega a convertirse en World of Warcraft uno de los más exitosos MMORPG si no el más exitoso y longevo hasta la fecha.

Expandiendo y complementado al Universo Warcraft con WoW y sus ya tres expansiones (The Burning Crusade, Wrath of the Lich King y pronto Cataclysm) Blizzard cuenta con una de las franquicias más completas y ricas en lo que refiere a su contexto, sus facciones, sus personajes y su universo narrativo. Todo esto ha permitido que el juego salte a novelas e historietas en varios formatos.

Muchas de las novelas recuentan lo que se ve en los juegos y otras tantas se enfocan en facciones y/o diferentes personajes o momentos importantes dentro la tradición ficticia que hace tan variado al mundo de Warcraft. Tampoco faltan aquellos que expanden y añaden material a aquel de los juegos.

Hablando de formato historieta al estilo manga y siguiendo la misma edición que StarCraft: Frontline y StarCraft: Ghost Academy está Warcraft: Legends que ya cuenta con cinco tomos de cuentos escritos y dibujados por los mejores autores y dibujantes del género; una nueva serie con el mismo estilo pero enfocada en un personaje y sus aventuras es Warcraft: Death Knight.

De momento no hay, que se sepa, proyectos para llevar Warcraft a película o filme animado lo que en parte debe tener que ver con que no hay manera de hacer algo sin que termine teniendo asociaciones con la ya inmortal trilogía de películas basadas en The Lord of the Rings dirigida por Peter Jackson. Las relaciones y las similitudes posibles al momento de coreografiar grandes batallas lo harían algo inevitable. Lo que no impide que algo se haga puesto que personajes, aventuras y contexto no le falta.

Excluyendo los dos primeros juegos el resto, incluyendo WoW, puede ser visto como una secuencia de la ascención del Príncipe Arthas a un nuevo Lich King. Misma que me permite especular es usada de modelo para otra ascensión de un personaje famoso de Blizzard Entertainment, la Queen of Blades, en la nueva trilogía de StarCraft; no por nada el segundo episodio titula Heart of the Swarm (Corazón del Enjambre).

Aunque el equipo de Blizzard anda sumamente ocupado con Diablo III y ni que decir con los siguientes episodios de StarCraft II, no sería de extrañar que ya tuvieran a algún grupo analizando la posibilidad de continuar expandiendo la lista de juegos basados en Warcraft. También sería una buena oportunidad para explorar y poner a trabajar todas esas ideas de jugabilidad expandida que no se animaron a incluir en Wings of Liberty.