Fecha
05/12/2011
Autor
Webmaster
Altered Carbon inicia como una buena novela negra de los años 1930. un cuarto de hotel, una hermosa silueta de mujer durmiendo en la cama, apenas cubierta por las sábanas, armas sobre la mesa, silencio, las percianas tapándolo todo, dejándolo en semi-penumbra, el personaje admirándola, pensando, terminando su cigarrillo. Un sonido que no debía estar ahí, los reflejos en acción, la furia del momento, la muerte, la rabia, la ira, la búsqueda del final. ¿La muerte?.
El silencio, el despertar con los recuerdos del instante anterior, las balas atravesando el cuerpo. Otro cuerpo. Otro lugar. En esta su novela debút, Richard Morgan nos presenta con un futuro más bien distópico que sigue la pauta de la Era en la que nos encontramos y vivimos hoy pero con los debidos avances tras un par de siglos. La humanidad ha llegado a las estrellas, ha consquistado nuevos mundos, ha llevado sus viejas querellas. Ha encontrado prácticamente la inmortalidad, si se tiene con que pagarla.
Takeshi Kovacs, el personaje, despierta, en la vieja Tierra. Un lugar que muy bien podría, o no, ser el San Francisco de hoy pero llamado Bay City en su tiempo. Su mente, sus recuerdos, su conciencia, su identidad habitan un nuevo cuerpo. No sabe que hace ahí, ni porque lo han sacado de su condena a quedar en almacenamiento. Tras el shock del momento no le queda otra que adaptarse a las circunstancias, ir con el flujo, recordar su entrenamiento, seguir; no por nada es uno de los pocos, los selectos, los locos, un ex-miembro de los Envoy Corps.
Vídeo del anuncio oficial de Syndicate
La premisa de la novela en este punto es bastante simple, Kovacs ha visto su sentencia suspendida por solicitud de uno de los hombres más ricos y poderosos del planeta, Laurens Bancroft. Quién, por recomendación, lo contrata como un investigador privado, un detective, para resolver un extraño crimen al que nadie parece querer prestar atención. Todos califican lo acontecido como suicidio, menos la víctima, Bancroft quién por las circunstancias no tiene memoria de las 48 horas anteriores a su muerte.
Una de las premisas base del contexto, que da para mucho y en infinitas direcciones, es que todo ser humano posee, en proximidades de su nuca, algo asi como una caja negra miniaturizada que mantiene su personalidad y recuerdos. Las mismas pueden ser recuperadas en caso de accidente o fatalidad y, de ser viable, restauradas en otro cuerpo --referidos como sleeves, fundas-- que puede ser un clon del original, uno sintético o incluso otro disponible que está "vacio" por uno u otro motivo.
Este mecanismo de almacenamiento es también el que ha permitido el viaje intergaláctico, con el detalle que no es tanto el cuerpo el que realiza el desplazamiento espacial, si no la mente --y accesorios. En este sentido Kovacs tiene una increíble ventaja puesto que es un ex-miembro de las fuerzas especiales Envoy Corps entrenados y adoctrinados para soportar no sólo las rudezas del combate y la guerra pero del viaje de sus mentes entre sistemas solares y la readaptación a nuevos cuerpos para ser casi inmediatamente puestos antes escenarios de batalla.
Yo creo que el que menos ya se imagino un par de juegos sólo leyendo el párrafo anterior, y no es de extrañar, muchas veces el estilo narrativo de Richard Morgan parece prestarse de los FPS y shooters en general. No es por nada que el equipo de Electronic Arts lo eligiera para hacer el guión del reboot como juego de acción de Syndicate.
Morgan no explora ni describe en detalle infinitesimal su mundo, ni la tecnología, lo hace a grandes rasgos. Mostrando y presentando lo necesario y dejando muchas cosas al aire y la libre interpretación, si se lo desea. Pero no por ello deja de ofrecernos el futuro, o un posible futuro. Hay algo de Blade Runner y Neuromancer en la escencia de su contexto cyberpunk.
Su estilo narrativo es directo, sin rodeos, a veces brutal, sarcástico, irónico, de un humor negro inteligente y sútil que en muchas ocasiones hasta califica --o bordea-- de cruel. Tiene sus momentos semi-eróticos presentados con gusto y sin exageración, son parte del instante y la narrativa. Nada gratuito o innecesario, como para ofrecer algo de calma antes, o después, de la tormenta de acción.
Durante la investigación que realiza Kovacs para resolver el crimen/suicidio también llega a enfrentar a sus propios demonios. Recordar y tratar de lidiar con su propio pasado. Alguien que ha vivido tanto y ha participado en guerras y batallas impensables no esta libre de pecados, ni de memorias que preferiría olvidar pero que, a su manera, son parte de su identidad y por lo tanto no puede deshacerse de ellas.
A pesar de la primera impresión, Altered Carbon se lee como una novela negra de misterio y detectives, no así como una de enfrentamientos y peleas. Aunque estas últimas no faltan no son el énfasis de la misma, son consecuencia de ciertos eventos que no se pueden rodear. Después de todo lo primero que le dice Bancroft a Kovacs es que sea discreto, que encuentre la verdad sin en el proceso destruir el camino a ella. Claro que como buena novela de suspenso las cosas no tardan en complicarse y el personaje termina metido en más problemas de los que hubiera deseado.
Para una primera novela se entiende porque Richard Morgan es ahora un autor muy reconocido y con varios premios bajo el brazo. El contexto que se imagina tiene un buen toque de originalidad y un par de detalles únicos que son los que hacen toda la diferencia. Hay varios personajes memorables en la novela, y el protagonista, Takeshi Kovacs, es uno de ellos.
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